La Patrística ante los Desafíos Científicos
Autor: Pbro. Dr. Edgardo M. Morales
ÍNDICE
1. Prejuicio
1.1. ¿Habrá que hablar de una inculturación o de la aplicación de los elementos que ellos mismos estudiaron en la escuela?
1.2. Segunda Sofística: cánones de la retórica
1.3. Avances
1.4. …
1.5. ¿Habrá que hablar de una inculturación o de la aplicación de los elementos que ellos mismos estudiaron en la escuela?
1.6. Fidelidad a una doctrina y a una moral
1.7. Necesidad de la propedéutica
2. Los desafíos científicos contemporáneos
2.1. Prejuicios
2.2. Vuelta a las fuentes
2.3. Una propedéutica rigurosa
2.4. Considerar inseparable la teología y la espiritualidad
1. Prejuicio
El primer título pensado para esta conferencia era “La Patrística ante los desafíos científicos contemporáneos”. Sin embargo, al pensar con más profundidad el tema, advertí que estaba prejuzgando nuestra disciplina ya que ella también reaccionó ante los desafíos científicos antiguos y no sólo ante los desafíos contemporáneos. No somos los primeros a aceptar los desafíos.
1.1. Fuentes y doxografía
Primero –y esto no en orden cronológico— la Patrística aceptó el desafío en la declaración de las fuentes y en las doxografías presentando con claridad y fidelidad los textos bíblicos y las doctrinas de los Padres. Estos últimos, en Nicea con el famoso τουτέστιν del Credo, se habían arrogado la autoridad de interpretar las Escrituras y presentar, ante toda la Iglesia el verdadero contenido de la Regula Fidei convirtiéndose así en punto de partida y referencia de verificación para las decisiones u opciones intelectuales posteriores.
Estos 318 Padres, firmantes del Credo Niceno, se atribuyeron la autoridad de interpretar a Dios y traducir, a un lenguaje condicionado por las circunstancias, aquello que Dios habló por los profetas y hagiógrafos.
Desde entonces, los sucesores de estos audaces Padres comenzarán a citarlos como auctoritas en la presentación de sus doctrinas y punto de confrontación con respecto a la verdad revelada al modo como los que pusieron los cimientos de la cultura clásica profana presentaban la sapientia veterum, la eruditio veterum y la mos majorum.
La argumentación patrística tomó cartas de ciudadanía en la exposición de las doctrinas y la fama de los Padres citados garantizaba la ortodoxia de las enseñanzas impartidas.
1.2. Segunda Sofística: cánones de la retórica
Ante el desafío que significaba la crítica acerca de la falta de belleza en sus textos basilares –según el testimonio de San Agustín— los escritores patrísticos se esforzaron por observar los cánones de la retórica al modo como se observaban en la segunda sofística. Por un lado observaron la estructura del discurso retórico y de los escritos en casi todas sus formas así como las pautas de la puritas y el ornatus, delectare et prodesse.
Es de destacar la respuesta al desafío en la profundización de los textos desde la figura etimológica, la numerología y la acribia, en general, en el análisis de la Biblia. Se establecieron pautas de lectura crítica de los textos sagrados como las reglas de Ticonio donatista que, a pesar de pertenecer a la pars Donati, sus reglas influyeron en muchos escritores. Así también los escritores patrísticos asumieron el modo exegético que observaban los discípulos de los hebreos de Palestina en sus halakás y hagadás, o los discípulos de Platón al interpretar los escritos de su maestro y la aplicación del mismo a los textos bíblicos tal como lo había hecho Filón Alejandrino.
1.3. Avances
Con el gran avance de los estudios filosóficos, de sus técnicas y desafíos exigentes, los escritores patrísticos asumieron el reto y, con distintas actitudes ante las diferentes doctrinas, también presentaron el mensaje cristiano con el nivel que requerían los científicos de entonces. Esto sucedió, a tal punto, que estuvieron a la altura de sus cultos oponentes y provocaron un considerable movimiento de conversión en muchos de ellos.
1.4.
Echaron mano de los cultores paganos de la literatura, la astronomía, la medicina, agronomía, zoología, etc. de su época y de esta manera intentaron responder a los requerimientos de curiosidad, estilo y nivel de explicación según se lo permitía la ciencia a ellos contemporánea.
Muchos de los convertidos provenían del mundo de la cultura pagana –pensemos por ejemplo en San Clemente Alejandrino— y, paradojalmente, injertaron rama antigua en tocón nuevo logrando que la cultura antigua volviera a dar un nuevo fruto abundante.
1.5. ¿Habrá que hablar de una inculturación o de la aplicación de los elementos que ellos mismos estudiaron en la escuela?
La Patrística asumió también los géneros literarios ya vigentes en la literatura clásica como los comentarios, los tratados, las apologías, las biografías, las epístolas, la poesía, etc. y aportaron reformas a modos antiguos como los apophtegmata Patrum, la catequesis y la homilía.
Se asumieron incluso los esquemas literarios para la presentación del theios aner, la cronografía y el relato histórico según el gusto del hombre del tiempo.
¿Habrá que hablar de una inculturación o de la aplicación de los elementos que ellos mismos estudiaron en la escuela?
1.6. Fidelidad a una doctrina y a una moral
Con todo, los Padres no asumieron la cultura de modo acrítico. Dado que debían ser fieles a una doctrina y una moral, rechazaron aquellos desafíos culturales que les llevaran a traicionar el traditum, el depositum.
Cuando el reto de la cultura y sus métodos desviara al hombre de su fin último, cuando estos desvirtuaran su dignidad, cuando fuera presentada una imagen de Dios imposible de adaptarse al Dios revelado y a la revelación de Dios sobre el hombre, no se aceptaba el modelo cultural profano o la doctrina herética.
Y no sólo se abstenían los autores patrísticos en los tópicos que se referían directamente a Dios y el destino del hombre, sino también a aquello que no se encuadrara con la visión cristiana de la sociedad, de la justicia, aun cuando el que lo propusiera fuera el mismo Emperador y la actitud consecuente pusiera en peligro la integridad de la propia vida o la deportación.
Se trataba de una posición crítica, no antagónica a priori ni obsecuente por temor a ser catalogado como nova superstitio o castigado por crimen de lessa humanitas. Actitud desafiante, no trémula ante el peligro de la persecución y el martirio.
1.7. Necesidad de la propedéutica
La precisión científica de los estudios profanos antiguos puso de manifiesto la necesidad de la propedéutica. Se hacían imprescindibles algunos estudios previos para alcanzar un nivel de conocimiento de manera que la investigación sea seria y, por qué no, se requería este nivel de erudición para no ser despreciados en los círculos doctos. Los escritores patrísticos aceptaron este desafío por ambos motivos, esto es, para estar a la altura de las investigaciones de serio nivel científico y para penetrar en ambientes distinguidos por la elucubración profunda.
La propedéutica comenzaba en la escuela del magister ludi, seguía bajo las instrucciones del diorthotos y por último en las aulas de Alejandría, Roma, Atenas, Beritus, Cartago o bajo la conducción de rétores famosos como Libanius, por ejemplo. Esto lo pueden testimoniar los Capadocios. El método era el mismo que usaban los no cristianos, los exempla a imitar eran nuevos y viejos.
2. Los desafíos científicos contemporáneos
El tiempo moderno de la investigación científica plantea desafíos parecidos a nuestra ciencia Patrística y los eruditos la observan con gran expectativa. Nos encontramos ante el mismo ambiente variado de los que se dedicaban a la investigación seria en la antigüedad:
2.1. Prejuicios
El científico no creyente, también hoy, pretende que sus interlocutores –aquellos que consideran o contradicen sus teorías o cuyas teorías quieren considerar o contradecir— presenten sus credos con un nivel científico exigente y riguroso. Se trata de un desafío que no puede ser admitido sin una actitud crítica, esto es, no puede ser admitido cuando no se tiene condición abierta en los principios. El desprecio a priori de la ciencia patrística o de sus principios teológicos obedece a prejuicios que pudieron haber tenido su asidero, pero que, al apelar a la sensatez deberían desaparecer.
En efecto, durante un largo período, el fervor piadoso sacó de contexto los textos patrísticos y los remilgues de traducciones dudosas se reprodujeron ante el desconocimiento serio de las lenguas clásicas, sobre todo del griego y el siríaco y, mucho más del georgiano, el armenio, el árabe y el copto.
La finalidad de los textos y estudios patrísticos eran, muy a menudo, la de herramientas de ciencias superiores, sin advertir que la aceptación acrítica de texto, o más bien de frases, iba en detrimento de la misma ciencia así llamada superior.
2.2. Vuelta a las fuentes
Para la Patrística empezó una vuelta a las fuentes cuando comenzó a confrontarse con los textos en las lenguas originales. En los orígenes, como ya aludimos, se requería un nivel a la par del auditorio. El público científico contemporáneo supone una exigencia en el patrólogo que manifieste su seriedad.
Los estudios contemporáneos de la Patrología no pueden prescindir de la lengua en la que fueron escritos sus textos –y en este punto ¿cómo no mencionar los aportes maurinos, belgas, vieneses o de Sources Chrétienes?
Esto requiere un mayor esfuerzo dado que estas lenguas antiguas no son de uso corriente, se limitan a sedes humanistas y aun allí, muchas veces no son bien valoradas. Sin embargo, el desconocimiento de las lenguas originales se debe cuidar del facilismo y la excesiva confianza en las publicaciones de divulgación en lenguas modernas.
2.3. Una propedéutica rigurosa
La dinámica y la estructura de los textos que se estudian son fruto de personas, ambientes, circunstancias internas y externas a esos mismos ambientes y personas que los produjeron.
Es importante recabar la acogida que tuvieron los textos que estudiamos, la influencia que ejercieron en sus ambientes y en los tiempos sucesivos.
El cultor de la ciencia Patrística no puede caer en el mismo error de las ciencias frías indiferentes al calor de lo humanístico.
Los estudios patrísticos se ven exigidos, hoy en día –aunque así debía serlo siempre—, a tener una amplia visión de entrono en las cuatro dimensiones y no debe aplicar métodos que desarticulen los textos de sus circunstancias; algunos por desarticular estructuras las desvinculan de un todo que los abarca y en el que hallan su justificación; pensemos, por ejemplo en los códigos penitenciales en las Regulae o en los consejos pedagógicos para educar a los niños. ¿No será el caso de volver a la exigencia de una propedéutica rigurosa?
2.4. Considerar inseparable la teología y la espiritualidad
Así como en la antigüedad el escritor patrístico se puso en guardia ante corrientes filosóficas que pretendieran sustraer al hombre de su esencial dependencia del misterio creador y salvífico de Dios. También hoy es necesario considerar inseparable la teología y la espiritualidad que subyace a nuestros textos so pena de desvirtuar su razón de ser. Los escritos patrísticos no son escritos indiferentes o inocuos parangonables a textos indiferentes o inocuos, sólo pueden ser comparables con aquellos textos que expresan una total sumisión a una dimensión que supera la intraterrenalidad aun cuando ellos no provengan de la profesión del mismo credo.